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domingo, 28 de abril de 2013
Guadarrama, al fin parque nacional
"Necesito salir cada fin de
semana y escaparme a la sierra”, cuenta Julio Peñas, madrileño,
funcionario, de 55 años. “Es una felicidad. Caminamos unos veinte
kilómetros, en grupo, pero en silencio, como si estuviéramos solos. Te
sientes repleto en lugares como los Siete Picos y el Montón de Trigo.
No piensas en nada. Solo en caminar, subir, el aire, las nubes. Y
Madrid, la gran ciudad, al fondo. Es la energía que necesito para
recargarme, para afrontar cada nueva semana. Ya es hora de que la
declaren parque nacional. El pinar de Valsaín no es que debiera ser
parque nacional, deberían hacerlo patrimonio de la humanidad. Para
asegurar su protección mirando al futuro, porque quienes amamos la
sierra hemos visto cómo en los últimos 30 años las construcciones se han
ido comiendo en zonas como Cercedilla y Navacerrada. Con una avidez
preocupante”. Como Julio, muchísimos madrileños venían reclamando la mayor protección para el Guadarrama
en lo que se ha convertido en una de las luchas más largas e
intelectuales a favor de un maravilloso pedazo de naturaleza ibérica,
hecho de rocas, aire y agua.
Ya en los años veinte del siglo
pasado se organizó una intensa campaña para declarar la sierra como
tercer parque nacional, tras Ordesa y Covadonga. Un editorial de 1923
del periódico El Sol decía: “La conveniencia de asegurar el
espacio de territorio indispensable para el desahogado desenvolvimiento
de las multitudes madrileñas, que dentro de 30 años serán las que, como
excursionistas y deportistas domingueros, pueden ofrecer una población
de cinco millones de habitantes, nos obliga a tratar, antes que otro
tema, el del parque nacional de Guadarrama”. Eso se llama saber leer el
futuro. No pudo ser. Pero en 1930, gracias al geólogo Eduardo
Hernández-Pacheco, se protegieron tres enclaves bajo el título de
“sitios naturales de interés nacional”: Peñalara, La Pedriza y el pinar
de La Acebeda.
Hemos querido comenzar este reportaje casi de la misma manera que otro titulado “Guadarrama, la sierra culta” que El País Semanal
publicó en 2002 anunciando que Madrid y Castilla y León se habían
puesto manos a la obra para abordar su definitiva transformación en
parque nacional. Un nuevo intento. Otro más. Pero tampoco hace 10 años
pudo ser. En ese caso, por desacuerdos en el perímetro de protección
entre los dos Gobiernos regionales, entonces, como ahora, del PP, y el
central, en manos del PSOE la década pasada. El geógrafo, montañero y
escritor Eduardo Martínez de Pisón,
una de las personas que más saben de montañas y mejor han escrito de
ellas, al que se puede considerar uno de los padres de este nuevo parque
nacional –redactó al comenzar el milenio el borrador del Plan de
Ordenación de Recursos Naturales (PORN), lo que es el primer paso para
proteger un área–, nos recordaba en aquel reportaje: “Yo siempre digo
que a Madrid es muy difícil quitarle el ruido, pero a la sierra es muy
fácil quitarle el silencio. Si no se protege, hay una concentración
urbana de cinco millones de voraces habitantes que nos la comeríamos en
un pispás”. Ahora, Martínez de Pisón subraya: “Mire, aunque no es el
parque nacional que a mí me habría gustado, porque nos ha salido un niño muy escuálido, bienvenido sea. No dejemos pasar esta oportunidad, porque puede ser la última”.
Federico Ramos de Armas,
secretario de Estado de Medio Ambiente, reconoce que casi todo se puede
mejorar en esta vida y en este mundo; pero se muestra satisfecho con
llegar a meta tras un siglo de recorrido. A él también se le puede
apuntar cierto padrinazgo en el parque, porque lleva trabajando con él
desde 2008, primero como director general de Medio Ambiente en la
Comunidad de Madrid, después como viceconsejero de Ordenación del
Territorio y en el último tramo como alto responsable de medio ambiente
en el ministerio de Miguel Arias Cañete:
“Me hice un autopase del balón”. Sonríe. “Ha sido una tramitación
engorrosa, pero un placer trabajar con gente como Eduardo Martínez de
Pisón, Juan Luis Arsuaga, Julio Vías, Antonio Sáenz de Miera…”. Con
ellos dos, geógrafo y secretario de Estado, y con otros amantes de la
naturaleza de gran vinculación a esta ruta de reivindicaciones nos vamos
a la sierra, a su historia y sus paisajes, a los picos y los valles,
los logros y las fallas, de este nuevo parque nacional, el primero que se declara tras Monfragüe, en 2007, y al que solamente le falta ya pasar el último trámite en el Senado.
“No piensas en nada. Solo en caminar, subir, el aire, las nubes. Y Madrid al fondo. Es la energía que necesito para recargarme”
“Es un nudo más en la red de
parques nacionales, que tenía un agujero gravísimo, la representación
del Sistema Central; porque la red se fue montando muy fuerte en la
periferia, pero durante mucho tiempo ha faltado el corazón de la
Península”, explica Martínez de Pisón. “También se podría haber elegido
Gredos, otra opción natural perfectamente válida, pero hay que asumir
que la Comunidad de Madrid en esto tomó la delantera. Y también que
Guadarrama alberga una mayor carga cultural. Yo diría que ninguna
montaña en España ha sido tan arropada por interpretaciones culturales.
Ha sido ensalzada por escritores como Ortega y Gasset y Machado, y
pintada por Velázquez. Creo que no exagero”.
No exagera. Desde principios
del siglo XX, los alpinistas de la Sociedad Peñalara se convirtieron en
grandes devotos y divulgadores de la belleza de la sierra, con
Constancio Bernaldo de Quirós al frente. Paisajes que sirvieron de
inspiración a grandes pintores como Carlos de Haes, Aureliano de Beruete
y Jaime Morera, y que resultaron especialmente queridos por la
Generación del 98 y la Institución Libre de Enseñanza. A Francisco Giner
de los Ríos le apasionaba salir a la sierra con sus alumnos, cuaderno
de notas en mano, para iniciarles en los secretos y armonía de la
naturaleza. En uno de los ensayos de Unamuno leemos: “La inmensa mayoría
de los que viven en Madrid ignoran que hay pocas capitales que tengan
alrededores más hermosos”. Ortega y Gasset: “La sierra es una escultura
luminosa ante nosotros. No anula la llanura; antes bien, la subraya
naciendo de ella, conviviendo con ella en perenne diálogo plástico”.
Antonio Machado: “Por tus barrancos hondos / y por tus cumbres agrias, /
mil Guadarramas y mil soles vienen, / cabalgando conmigo, a tus
entrañas”. Wenceslao Fernández Flórez: “Podía creer que estaba viviendo
en el interior de un cromo de Navidad milagrosamente animado, y reconocí
que jamás había visto nada que pudiera comparársele en belleza”.
Azorín, en La tierra de Castilla: “Más arriba aparece ya,
cerrando en definitiva el horizonte, el telón azul del Guadarrama, con
sus cresterías nevadas, nítidas, luminosas, irradiadoras”. Y Ernest
Hemingway escribió en una carta a un amigo suyo: “Mi mayor alegría es la
sierra de Guadarrama, la gran cordillera de montañas pardas hacia el
norte y el oeste. El sol se pone del otro lado con deslumbrante gloria.
Nunca he visto crepúsculos parecidos. Remueven el alma…”. Y añadía una
de esas metáforas suyas que le salían algo toscas: “Remueven el alma
como un cocinero remueve una sopera de caldo”.
Una sierra humana, habitada
desde hace decenas de miles de años, pero muy razonablemente bien
conservada. “Debemos agradecerles a los pobladores, a la gente que ha
convivido con la sierra durante tantísimas generaciones, que nos la
hayan legado en tan buenas condiciones”, dice Ramos de Armas. “A nivel
personal, la zona que me resulta más evocadora es el valle del Lozoya,
porque es donde mejor se refleja esto que digo: una zona poblada desde
hace tanto tiempo, como está ahora mostrando Juan Luis Arsuaga con sus yacimientos,
con tanto valor de la parte cultural, como puede ser el monasterio del
Paular, y a la vez con un paisaje tan limpio, tan bien cuidado; eso es
de agradecer, y es nuestro compromiso asegurar su mantenimiento”.
A Javier Sánchez, el autor de
las fotografías de estas páginas, también lo que más le llega es el
valle del Lozoya, “donde se encuentra el árbol con más edad de la
Comunidad de Madrid, un tejo”; más La Pedriza del Manzanares, “una
formación granítica tan original y fotogénica…”, y el abedular de
Canencia, “de gran valor, al ser uno de los más meridionales de Europa;
pero que se ha quedado fuera del parque nacional, aunque dentro de la
zona periférica de protección”. “Una pena”, añade, “porque las grandes
masas boscosas, como el pinar de Valsaín y el pinar de los Belgas, no
están incluidas”. Esa es la gran carencia con la que nace este parque
nacional; lo reconocen todos, aunque dando distintas interpretaciones y
salidas: que para evitar confrontaciones se ha optado por delimitarlo a una cota de 1.600 metros, excesivamente alta para la mayoría, excluyendo los bosques más valiosos.
Aunque contento porque al final
sea parque, ese adelgazamiento le ha llevado a Martínez de Pisón a
escribir algo tan sentido como esto: “Recuerdo que Borges escribía que
hay lugares que parecen estar queriendo decirnos algo o que ya se lo han
dicho a otros, a los que habría que preguntar. Esto me ocurre siempre
con el Guadarrama. Pero sé que hay muchos que no escuchan (que no es a
escuchar a lo que vienen o van) o que creen que ya lo saben todo y que
ya nada necesitan oír. Así hay también una sierra entre sordos que
parece muda, cuando, en realidad, no para de hablar. Yo estoy agradecido
a la sierra del silencio, a la del sol y la penumbra bien medidas. A la
que posee grandes árboles, claros luminosos, arenas gruesas, raíces
nudosas que cruzan los senderos, peñas grises de cristales negros y
blancos. La del panorama apacible. La del nubarrón muy gris con una
cúspide cegadora. La de la laguna que ilumina con luz azul y ondulante
las rocas de su orilla y la de la nieve que clarea el pie del cancho en
sombra. La de la nieve temprana y tardía que se sacude la rama del pino
en un golpe seco. Rocas rugosas, matorrales aromáticos, susurros del
viento entre las acículas, parloteo del agua, ruidos leves entre las
hojas del rebollar, peñascales dorados, de verdad, muchas gracias. Que
cada uno diga cuál es su sierra, la de los consejeros, los alcaldes, los
constructores, los ciclistas y todos los demás. Un parque nacional se
hace sobre un paisaje, no sobre un interés determinado. ¿Deberían votar
los paisajes para que les hicieran caso?”.
“Aunque no es el parque nacional que a mí me habría gustado, porque nos ha salido un niño muy escuálido, bienvenido sea”
Federico Ramos, práctico, acota
el resultado final: “Mire, un parque nacional siempre puede crecer, lo
creado se puede ir perfeccionando. Ahora, conocedores de la controversia
y dificultades de tantas décadas, no queríamos encallar de nuevo. Hay
que tener en cuenta que el PORN partió afectando a casi 200.000
hectáreas y medio centenar de municipios. Eso resultaba tremendamente
difícil de gestionar. Cuando lo presentamos, solo en Madrid recogimos
19.000 alegaciones. Hemos optado por que la inmensa mayoría del terreno
sea de propiedad pública, y por respetar la ley de parques nacionales de
2007, que es muy restrictiva y no permite usos como la saca de madera,
por muy sostenible y tradicional que sea, como en los casos del pinar de
Valsaín, de propiedad pública, y del pinar de los Belgas, de propiedad
privada. Pero con esa ley en la mano, esos dos maravillosos bosques, que
son excepcionales, no tenían encaje. No era momento ahora ni de
adquirir con dinero público el pinar de los Belgas, ni de enzarzarnos en
el retoque de la ley para adaptarla al Guadarrama. Y el parque nacional
estaba ya tan lanzado que hemos preferido declararlo ya, no someterlo a
una nueva demora”.
El parque nacional es un pedazo
de esencia ibérica –“ese es el problema, han dejado el corazón, pero le
han privado del cuerpo”, apunta Martínez de Pisón– de 33.960 hectáreas
(dos terceras partes en Madrid y un tercio en Castilla y León), el decimoquinto de la red nacional
y el quinto en extensión. Alberga sobre todo ecosistemas glaciares y
periglaciares, de media y alta montaña, bien conservados y muy
significativos, con iconos como Peñalara y el macizo granítico de La
Pedriza, y con poblaciones de rapaces amenazadas, como el buitre negro y
el águila imperial, y de anfibios en peligro de extinción, como el sapo
partero.
Preguntemos ahora por este
nuevo parque nacional a tres ecologistas de trayectorias muy vinculadas
al Guadarrama. Juan Carlos del Olmo, director general de WWF España:
“El resultado es una delimitación muy política, demasiado ajustada a
intereses urbanísticos, con incoherencias, estrangulamientos y con
lagunas importantes, como no haber incluido los pinares de Valsaín, en
Segovia, modélico en una selvicultura sostenible, y de los Belgas, en
Rascafría, en Madrid. Además, apuesta por una figura que últimamente se
está implantando en los parques nacionales: la de abarcar exclusivamente
terreno de gestión pública, para evitar problemas de dirección y de
indemnizaciones, para rehuir tensiones, lo cual resulta discutible y
poco ambicioso. Pero bienvenido sea, como un primer paso, a la espera de
futuras ampliaciones; porque estratégicamente, como pulmón y manantial
de Madrid, es necesario protegerlo”.
Opina Carlos Bravo, presidente de la organización ecologista castellano-leonesa Centaurea:
“El gran fallo es que se han quedado fuera las grandes masas boscosas,
de pinares, sabinares y enebrales, como Valsaín, una joya, y el pinar de
los Belgas, y la garganta de El Espinar y el monte de Navafría. Tanto
esperar, y no se ha rematado bien la faena… Queda cojo. Desde luego que
es una buena noticia, ahora que además estamos tan sedientos de buenas
noticias, pero le falta contenido, representatividad; nace muy lastrado
por la política. Con lo cual, la sensación es agridulce. Además, creemos
que la declaración ha dejado mucho que desear en la participación
social; al final, sobre todo en la parte segoviana, el cauce de
participación social ha sido muy pobre; no se ha explicado bien a los
alcaldes los beneficios de tener un parque nacional como catalizador de
un desarrollo económico sostenible, una gran oportunidad en estos
tiempos; por lo que sigue habiendo voces en contra bajo argumentos tan
demagógicos como decir que ya ha entrado en la sierra alguna pareja de
lobos que les van a hacer la vida imposible a los ganaderos”.
Theo Oberhuber, coordinador de campañas de Ecologistas en Acción,
disiente de esa opinión general: “Para esto era mejor no haberlo
declarado parque nacional. Hemos recurrido el PORN ante el Tribunal
Superior de Justicia de Madrid, por incongruente, por entender que
permite desarrollos urbanísticos justo en los límites. Han hecho el
parque a medida, para evitar problemas e identificar únicamente zonas de
monte público. Creemos que rebaja tanto las exigencias de la red de
parques nacionales que la adultera. No podemos bajar el listón, y
Guadarrama lo baja. Han desvirtuado la figura de parque nacional; es un
parque fragmentado. Si estuviéramos hablando de otras figuras de
protección, se podría optar por el posibilismo, pero aquí no. Es un
antecedente peligroso que abre la puerta a parques nacionales
descafeinados”.
Y no podía faltar aquí Julio
Vías, que lleva más de treinta años dedicado al periodismo ambiental y
la divulgación histórica y cultural, uno de los padres en 2004 de la plataforma Allende Sierra, que ha llevado una intensa campaña a favor de la declaración del parque nacional, y autor de Memorias del Guadarrama
(publicado por La Librería), que va por su tercera edición: “El
Gobierno ha optado por un parque de mínimos; deberían haberle buscado
una salida para incluir la gestión sostenible de la madera en esos
pinares tan bien conservados, que albergan importantes colonias de
águila imperial y buitre negro. Ahora tiene más valor la zona periférica
que el cogollo. Pero, bueno, tenemos un punto de salida, no de llegada.
Debíamos engancharnos a este tren, aprovechando el pinchazo del boom inmobiliario de estos últimos años”.
El parque nacional es un pedazo de esencia ibérica de 33.960 hectáreas, el decimoquinto de España y el quinto en extensión
Cuenta Vías deliciosas
historias que aún aportan mayor aureola al lugar. Como esta, sobre uno
de sus iconos: “Durante siglos, la laguna de Peñalara fue solo conocida y
frecuentada por los pastores, que con un temor supersticioso procuraban
alejarse al caer la noche, en la arraigada creencia de que en sus
profundas aguas las nubes se cargaban de sapos, y si alguna res caía en
ella, se hundía volviendo a la superficie solo sus entrañas. Los
lugareños pensaban que en sus aguas se originaban las nubes de las
tormentas entre ensordecedores bramidos que podían escucharse en los
pueblos del valle del Lozoya (…). Las leyendas de este imponente y
solitario paraje, tan cercano a la corte, inspirarían a poetas y
escritores. En 1903, un pastor aseguraba al poeta Enrique de Mesa: ‘La
laguna era muy perra. Mugía como un demonio maldito. De ella hablaban
esos tormentazos, castigo de los huertecillos del valle. Nunca viera a
persona humana bañarse en sus aguas. Diz que arrojaba fuera los redaños
del atrevido”.
Dimensiones sobrenaturales que
tradicionalmente se han asignado a los parajes más sobrecogedores. Pero
para resumir el espíritu tan natural como humano de esta sierra,
recordar lo que escribió el ingeniero de montes Jesús Casas, clave en
las dos últimas décadas desde la administración de los diversos
ministerios en la creación de pautas de gestión de los parques
nacionales, en el libro El Guadarrama. Sinfonía inacabada,
lanzado hace 10 años por la Comunidad de Madrid para dar el empuje
definitivo al parque nacional: “Desde que tengo uso de razón, mi vida ha
consistido en atesorar paisajes. Guardo en algún oscuro rincón de la
mente, ordenado en imágenes, lo mejor y lo más granado de mis recuerdos.
Esas imágenes tienen sonidos y silencios, voces y ecos, triunfos y
fracasos, pasiones y melancolías, amores y desengaños (…). El único
paisaje que recuerdo de mi infancia es el de una sierra clemente y
gastada. Que se ancla cuan raíz de piedra para engastar dos mares de
tierra infinita. Una sierra atravesada por una docena de puertos, que
para todos fue referencia, pero que para nadie se convirtió en frontera.
Una sierra que, lejos de aislar, une y ensambla. Mi paisaje, con el de
tantos y tantos madrileños sin pasado, hijos de emigrantes adoptados por
la gran metrópoli, es el del Guadarrama”.
La sierra culta, que une y no separa.(Fuente: http://elpais.com/elpais/2013/04/25/eps/1366907915_895112.html)
jueves, 25 de abril de 2013
Fundación Félix Rodríguez de la Fuente implica a más de 5.000 ayuntamientos en la protección del arbolado singular
La Fundación Félix Rodríguez de la Fuente (FFRF), con el
apoyo de la Diputación de Valencia y del instrumento financiero LIFE+ de la
Unión Europea, ha solicitado la colaboración de todos los municipios con
territorio incluido dentro de la Red Natura 2000 para conocer con detalle el
estado de protección y conservación en el que se encuentra el arbolado singular
y los bosques maduros españoles.
Así, tras identificar los 5.226 ayuntamientos con parte o
toda su superficie incluida dentro de la gran red europea de espacios
protegidos, la FFRF les ha remitido una encuesta on line para solicitar a los
responsables municipales, información detallada sobre este patrimonio natural.
Preguntas sobre si existe algún árbol o arboleda destacable
en la zona, si cuenta con protección específica o si recibe cuidados
especiales, ayudarán a la FFRF a diseñar, en el marco de su nuevo proyecto
“EnArbolar”, una campaña de comunicación específica para mejorar su estado
actual de conservación.
La directora general de la FFRF, Odile Rodríguez de la
Fuente, informa de que cada árbol singular es “un valioso refugio de una flora
y fauna singular, muchas veces amenazada, a la que sirven de simbólico paraguas
ambiental”.
Pero además, explica que cada pueblo y ciudad tiene árboles
especiales que por su tamaño, edad, rareza o historia “forman parte del
patrimonio local y como tal su pérdida es muy sentida por los ciudadanos. Por esta razón, queremos dar un nuevo
protagonismo a los municipios en la protección ambiental como custodios más cercanos
de sus recursos naturales”.
“Nuestra intención es dirigirnos a los Ayuntamientos para
animarles a conservar esos árboles grandiosos y transmitirlos en el mejor
estado posible a las generaciones futuras, para que aprenderán a valorarlos
como una parte esencial de su cultura y su paisaje”, añade.
“EnArbolar”, proyecto LIFE+ de sensibilización
Se trata de la primera acción del proyecto “EnArbolar”,
iniciativa de comunicación, sensibilización e información que la FFRF y la
Diputación de Valencia, desarrollarán
durante los próximos tres años.
Su objetivo es elevar el grado de concienciación de la
sociedad con respecto a la importancia de estos árboles como reductos de
biodiversidad, testigos del cambio climático, generadores de paisaje,
dinamizadores de las economías rurales y herramientas de educación
medioambiental.
Se centra en la Red Natura 2000, una red europea de espacios
naturales de alto valor ecológico que en España protege casi 15 millones de
hectáreas, más de un 27% de la superficie terrestre nacional. Árboles como el Ciprés de Silos, las
Pajareras de Doñana o la Laurisilva de La Gomera, forman parte de este selecto
patrimonio.
Tras esta primera acción, la FFRF se compromete a mantener
informados a los Ayuntamientos de las diferentes actividades, cursos,
exposiciones, jornadas, congresos y publicaciones que llevará a cabo dentro del
proyecto. Además, se les enviará el calendario "Árboles Monumentales
2013", editado por el Departamento de Árboles Monumentales de IMELSA /
Diputación de Valencia, con el que sensibilizar y concienciar sobre uno de los
mayores peligros para nuestros bosques: los incendios forestales.
La iniciativa cuenta con el aval del Ministerio de
Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAGRAMA), cuya directora general de
Calidad y Evaluación Ambiental y Medio Natural, Guillermina Yanguas, ha
solicitado a todos los responsables medioambientales autonómicos su colaboración
en un proyecto que califica “de gran interés”.
Igualmente, el Departamento de Árboles Monumentales de
IMELSA / Diputación de Valencia aporta su experiencia como centro de referencia
a nivel español y europeo en la protección y conservación de los árboles y
bosques maduros, cuyo director Bernabé Moya ha destacado la “importancia de
proteger especificamente este tipo de arboles y bosques, contando con la
participación ciudadana” .
MÁS INFORMACIÓN:
http://www.felixrodriguezdelafuente.com
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